Movimiento Obrero
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El día de Andalucía (28 de Febrero) en Sevilla fue una jornada gris. Algunos, aún así, lo celebraron con buenas copas de vino del caro, relajados, plácidos y satisfechos. Pero, ¿quién no lo celebró? ¿Quién es quién?

Han sido 83 días de huelga; muchos jornales empleados en salvar 73 puestos de trabajo. El plan de la empresa era liquidar 40 puestos de trabajo ahora y 33 en 2022. El “acuerdo” alcanzado, a 7 días laborables del juicio ha ratificado esta hoja de ruta. Quedan en la calle los primeros 40 trabajadores. En noviembre se revisa la situación y pondrán sobre la mesa la parte restante. El ofrecimiento de la empresa fue primero, después de 2 meses conflicto, aceptar el despido improcedente (asumiendo que no había causas objetivas) y pagar un complemento de 3000 euros (que se quedan en 2000 euros netos). Se rechazó. Las manos volaban hacia el cielo con rabia ante el desprecio que los trabajadores sentían. “Mi puesto de trabajo no vale 2000 euros”. Iban más de 73 días.

La empresa mostró enfado. Al parecer, según contaron los interlocutores, hubo hasta insultos a los representantes de los trabajadores. Estas damas y caballeros tan bien educados para servir a la voz de su amo pierden los estribos con facilidad. Aún así entre barbaridades mostraron otra carta que evidenciaba que no querían llegar a juicio: 1000 euritos más, pero el plan de despidos se mantiene. ¡Ah! Y un regalito: una bolsa de empleo, con fecha de caducidad. Es decir, cuando la empresa necesite más gente, quienes estén en la calle comiéndose la indemnización y el paro, serán privilegiados para volver a entrar, eso sí sin antigüedad por supuesto. Aquellos trabajadores formados, listos para generar la riqueza de la que se nutren los empresarios, tendrán el “favor” de volver a producir beneficios. Pero sólo si le viene bien a la cuenta de resultados.

¿Cómo ocurrió?

Finalmente el acuerdo se firmó. ¿Pero cómo fue posible? ¿Cómo obtuvo un voto favorable la asamblea del 28 de febrero? Esa es la gran pregunta. Veamos.

Cuando la empresa presentó la noticia a finales de 2020 aludiendo a la caída en los pedidos, la inmensa mayoría de la plantilla (alrededor del 80-85% eran huelguistas) cogió la lista de despedidos y la quemó sin leerla. “Los despedidos somos todos, no queremos saber nombres”. La empresa pasándose por el arco del triunfo la decisión de los trabajadores dio la primera muestra de su catadura moral: hizo pública la lista. Aún así la plantilla se mantuvo firme en que los despedidos eran todos. Comenzó un conflicto enconado defendiendo “cero despidos” porque había una alternativa para afrontar el frenazo momentáneo de pedidos: un expediente temporal de empleo, a la espera de la supuesta recuperación necesaria.

La empresa no quería ni oír hablar de eso. Esta postura intransigente pone a las claras que no se trataba de una plan consistente en una medida temporal, sino estructural, apoyándose en los efectos de una calamidad, la Covid, que tiene que pasar. Los trabajadores saben que hay carga de trabajo suficiente para toda la plantilla actual de 186 trabajadores para todo 2021. Y saben también que las ETTs (Manpower) ya están en escena, preparadas para proveer puntualmente de mano de obra para apoyar las tareas con salarios “todo incluido”. Este es el fondo de la cuestión, que en un plazo de pocos años o meses tienen pensado implantar, siendo el primer paso la superación de esta primera medida de choque que supone desprenderse en 2021 del 40% de la plantilla. En marzo, un mazazo del 21% y en noviembre, el otro del 19%. Y luego ya veremos. Supuestamente hay una bolsa de colocación que tiene prioridad, con un contrato indefinido. Esto está firmado, sí, pero también había firmado un acuerdo de mantenimiento del empleo para 2021 que se ha pisoteado. Cuando vengan pedidos: ¿qué les va a impedir tirar de ETTs? ¿La oposición sindical que ha defendido a capa y espada cerrar la huelga y renunciar al juicio donde podía pelear por la nulidad de los pedidos a cambio de 4000 euros brutos de bonificación extra?

Acciones del conflicto

¿Cuál ha sido el proceso de la victoria de la empresa? No se entiende sin hablar de los hechos concretos. Cualquiera que no conozca ciertos detalles se rasca la cabeza y simplemente piensa en el stress que originan 83 días de huelga. Pero esto no es suficiente. Veamos los hechos, de forma resumida.

Durante la huelga, la mayoría del tiempo se ha permanecido en una rotonda de la entrada del polígono o en manifestaciones hacia sedes institucionales: Ayuntamiento, Diputación, Parlamento, Sede Presidencial, sedes empresariales... Las iniciativas que mostraban algunos compañeros, de la fabrica o sindicalistas afines, para salir de ese aislamiento físico de los demás trabajadores del sector fueron desoídas una y otra vez por la dirección del sindicato al frente del conflicto. Igual que los llamamientos a extender el conflicto con paros en otras empresas, que están bajo el fuego de una reestructuración, declarada incluso públicamente, y que ha tenido antecedentes cercanos como LTK-Alestis, Inespasa o Airbus Puerto Real. Cada vez que la dirección del sindicato intervenía era para decir que “se trabajará en ello”, pero ahí quedaba. La mayor parte del tiempo, a las 9 de la mañana tocaba retirada o manifestación hacia alguna institución. Muchos días, a las 10 todo el mundo estaba en su casa hasta la nueva cita del día siguiente a las 6am.

¿Huelga del sector? “Lo iremos viendo”

La huelga del sector aeronáutico en solidaridad con la plantilla en pie de lucha, que podía alentar además la preparación de la defensa de las fuerzas ante el ataque general previsto, fue una y otra vez rechazada bajo excusas de diversa índole. Todas peculiares. “Lo iremos viendo con los comités” era la sentencia final y ahí quedaba todo. Tampoco se ha hecho ningún esfuerzo orientado a coordinar la lucha del centro de Berantevilla (Álava), donde también se han enfrentado a más de 100 despidos (en torno al 25% de la plantilla). El conflicto quedó parcelado y aislado, como un caso particular. Es destacable que cuando se propuso acudir a Airbus a recoger firmas, se recibieron numerosas muestras de apoyo, destacando el apoyo combativo de sectores tan golpeados como la plantilla de mantenimiento y limpieza. Pero no sólo fueron los sectores afectados por ataques en los últimos años. La caja de resistencia se llenó con miles de euros provenientes de cientos de compañeros de Airbus, gracias a los cuales algunos trabajadores pudieron capear en mejores condiciones la situación de falta de ingresos por la huelga. Estos son los mimbres reales que había (y hay) para plantear paros del sector en defensa del empleo.

Eso sí, se consiguió una declaración del Parlamento Andaluz, una foto con el Alcalde de Sevilla, otra con el Presidente de la Diputación, un compromiso de mediación de empleo que nunca movió un dedo salvo al final para sentar a las partes. Todo generaba la ilusión de que tanta gente importante algo podría hacer. La realidad cada día hablaba. Las escasas noticias en la prensa siempre mostraban este tipo de fotos (inocuas) de respaldo.

Solidaridad de los barrios obreros: un intento de sacar el conflicto hacia fuera.

Un hecho concreto es que cuando las Plataformas Vecinales agrupadas en torno a Interdistritos Barrios Hartos, donde partipan cientos de vecinos y activistas (entre ellos compañeros de Lucha de Clases-CMI), ofrecieron su apoyo y disposición para recavar la solidaridad de la población trabajadora llevando el conflicto a los barrios, éste fue recibido con frialdad por parte del sindicato. Lamentablemente no dio tiempo a realizar más que dos actos: uno en Pino Montano y otro en Cerro-Amate. Era el inicio para desencadenar una movilización de solidaridad en defensa de los puestos de trabajo, cuya escasez tanta miseria ocasiona en las zonas obreras de la ciudad. La dirección sindical al frente de las negociaciones, además de no mover un dedo para sumarse al llamamiento, ni siquiera apareció. Representantes del Comité de Empresa acudieron al primer acto y explicaron, a través de la voz del compañero Julio, su problema, despertando un interés palpable en los asistentes, dispuestos a sumarse a la lucha. En el segundo, fueron trabajadores no representantes los que tuvieron que dirigirse al público. Ni la dirección del sindicato ni el Comité participaron en las explicaciones. Estaban centrados en las negociaciones. Hay vídeos y fotos de estos actos que revelan el potencial que había en esta dirección.

aernnova Pino montanoActo de apoyo a los trabajadores de Aernnova en el barrio de Pino Montano (Sevilla)

De “cero despidos” al “punto intermedio”

Hay otro aspecto que resaltar durante el proceso. La voluntad inicial de la plantilla de permanecer en defensa de todos los puestos de trabajo y la exigencia del cumplimiento del acuerdo anterior firmado por la empresa para 2021, fue socavándose día tras día: “la empresa no se mueve de su posición”. De repente apareció un mensaje de boca del interlocutor sindical (Secretario General de Industria de CCOO, Caravaca): “tendremos que buscar un punto intermedio, un lugar de encuentro”. Esta expresión fue respondida por algunos trabajadores planteando otra vez los “cero despidos”, al menos, obligatorios, abriéndose la puerta a bajas voluntarias. Ese fue oficialmente el caballo de batalla de los negociadores, el Comité de Empresa (mayoría de CCOO) con el asesoramiento de la dirección provincial de CCOO. Pero la empresa seguía imponiendo su criterio para los despidos, ni siquiera contemplando la posibilidad de bajar la edad de las prejubilaciones. Nada, la empresa perseguía una derrota completa, a lo sumo dar un puñado de euros sobre la indemnización por improcedente. Todo en línea con las necesidades de la patronal del sector, que necesita ir dando muestras de una voluntad arrolladora.

La amenaza de siempre: “cierro la planta”

El último movimiento fue extraído directamente del manual clásico de la patronal contra las huelgas: la amenaza con cerrar la empresa. El argumento a menos de dos semanas del juicio era que si los trabajadores mantenían la huelga, no tenía más remedio que echar el cierre. Como prueba mostraba que había instrumental y mercancías a medio fabricar que estaban siendo retirados por los “clientes”. Este argumento fue aceptado por los dirigentes sindicales como incontestables. En las asambleas los negociadores de los trabajadores decían una y otra vez que eso era una realidad y que nada se podía hacer. Se aceptaba así dos cosas a un mismo tiempo. La primera es que no se iba a hacer nada para impedir la retirada de instrumentos de trabajo y material a medio fabricar, bajo la excusa de ser propiedad del cliente. En realidad nadie podía comprobar si este instrumental y material estaba siendo redirigido a otros centros de trabajo, lo cual representa esquirolaje empresarial abierto. Es decir, convertir el derecho a huelga como arma de presión en una cáscara vacía. Ninguna oposición ni legal ni física a este movimiento, obviando por otro lado que los “clientes” en realidad son socios de un mismo entramado industrial, donde las participaciones y el accionarado están en muchos casos cruzados entre los distintos partners. Por otro lado, se aceptó que la lucha era inútil: si se ganaba se iba a perder de todos modos. Este argumento final se impuso sobre una asamblea ya lastrada por muchos días de huelga, volcándose en él todos los esfuerzos de las direcciones provinciales tanto de UGT como CCOO. .

A estas alturas, el lector se podrá hacer una idea concreta de cómo la moral estaba siendo derruida por capítulos, día a día. Todo ayudado por supuesto por los problemas cotidianos que cada cual afrontaba en su casa por la falta de ingresos y el stress personal de una lucha muy dura. Algún trabajador, doblegado por las presiones, individualmente se montó en el autobús que lo regresaba al puesto de trabajo. Anernnova en paralelo amenazaba con forzar, a través de un sindicato pro-empresa presente en el comité con algún representante, una asamblea general, donde estarían incluidos huelguistas y no huelguistas para decidir sobre la continuidad del conflicto.

La última asamblea

La escenificación de la última asamblea, ese gris 28 de febrero, fue también determinante. Unos 100 trabajadores. El Comité da muestras de cansancio y agotamiento desde hacía semanas. La empresa lo sabe porque envía a sus ojeadores. También sabe que la dirección del sindicato se bate el cobre para convencer a los trabajadores de que “hay que llegar a una solución”. La reunión tiene lugar de una forma ordenada. Hay representantes provinciales de UGT y CCOO. El responsable de industria de UGT, Ponce, apela a la autoridad del comité, y a someterse a la realidad de la falta de carga de trabajo y de que “el desastre máximo se cierne sobre nosotros, el cierre”. La dirección de CCOO insiste en que ha habido mejoras en la última propuesta (1000 euros brutos más de indemnización para los despidos y la famosa bolsa “garantizada sin garantías” de reincorporación). Se esfuerza en explicar detalles menores sobre las declaraciones a hacienda de las indemnizaciones, de cómo serían los supuestos en caso de reincorporación, en qué consistirían las supuestas garantías (una explicación breve por su inexistencia). Pero sobre todo se esforzó en explicar que en el juicio previsto para el 11 de marzo, lo mejor que se obtendría sería el acuerdo menos los 4000 euros brutos ofrecidos. Así se obviaba la posibilidad real de la declaración de nulidad del ERE en favor de un ERTE en base al compromiso por escrito que existía de mantenimiento del empleo para 2021,o la obligatoriedad de pactar las salidas, cuestión a la que también la empresa se ha negado permanentemente.

Con este panorama, quienes se presentan como asesores del Comité, que en realidad es la dirección orgánica en el sindicato de los compañeros al frente del mismo, al fin mostraban claramente su predilección por el acuerdo, cargando las tintas sobre los peligros que la empresa ya había empezado a publicitar abiertamente entre los trabajadores, empleando métodos calificables de coacción frente al libre ejercicio del derecho a huelga. La propia asamblea hizo dos peticiones muy lógicas que se rechazaron con el pretexto de que había que ser ágiles:

1) La realización de la votación obligaba a los participantes a someterse a la voluntad de la mayoría. Quien de primera hora no fuera a aceptar la voluntad democrática no tenía sentido que participara. Realmente esto es una cuestión democrática básica, si no qué sentido tenía votar. Este asunto fue despachado directamente, abriendo la votación sin más debate.

2) Se pidió un receso de 30 minutos para meditar sobre la situación. También se rechazó con una expresión del tipo “resolvamos ya esto de una vez”.

La votación tuvo lugar. Alrededor del 65-70% votó a favor del acuerdo, dando por zanjado el asunto. Lo siguiente fue una escena triste, cuyos detalles quedan en la memoria de quienes participamos. Pero hay uno que llamó la atención especialmente: de pronto los gestos rígidos de los dirigentes sindicales, se relajaron. Incluso hubo un Tweet del Secretario de CCOO de Industria celebrando “esta apuesta por el futuro del empleo”, que sorprendentemente siguió con el aplauso de algunos dirigentes de locales y regionales de la izquierda. “Al fin se había cerrado el conflicto”.

A pesar de que la votación resultó de esta manera, no pude ver ningún trabajador que celebrara el resultado. Ninguno.

Dos días después (tras el festivo del 1 de marzo), todo el material que supuestamente había sido retirado por “los clientes” estaba de nuevo en la fábrica. Como si de un carrito de golosinas se tratara que se mueve de un lado a otro listo para colocarse donde sea. La pantomima de la empresa quedó aclarada por completo, quedando en entredicho también los temores sembrados y alimentados por quienes dieron tantos pábulos a la supuesta catástrofe.

Termino apuntando que durante la lucha se ha visto el verdadero rostro de la clase obrera en la batalla por sus intereses. Un rostro lleno de valentía, determinación y compañerismo, caracteres que podían haber sido potenciados con la extensión del conflicto, con el llamamiento a la solidaridad obrera y social y con la determinación organizada de no dejar que la empresa hiciera uso de la propaganda de manual sobre el supuesto desmantelamiento de la planta.

La lucha no termina, hay que prepararse

El colectivo en lucha tenía con ellos el Comité de Empresa desde el inicio, con compañeros dispuestos a tirar del carro. Sin embargo, los asesores una y otra vez insistían que era mejor llegar a acuerdos.

Por esta razón, es una medida urgente sacar una conclusión: el sindicato debe ser una herramienta al servicio de la lucha, y nunca al revés. Necesitamos organizaciones sindicales con dirigentes que se pongan a disposición de la lucha, no a su descarrilamiento y aborto. En CCOO y en UGT se agrupan cientos de miles de trabajadores que buscan esta herramienta, y que esperan poder usarla para los duros combates que se aproximan.

La existencia de un Comité de Empresa, con representación legal, no está reñida con la constitución ad hoc de un Comité de Huelga, donde se integren los RLT y sindicatos con presencia en el sector. Este Comité hubiera aportado savia nueva y hubiera ayudado a oxigenar a los miembros con más experiencia negociadora, los miembros del Comité. Este Comité de Huelga se hubiera debido a la asamblea de trabajadores en huelga y se hubiera podido basar en las organizaciones sindicales para dar cobertura legal a las distintas acciones que se hubieran ido decidiendo.

La lucha continúa. Y el siguiente capítulo no tardará, quizás en un escenario general algo más caldeado por la situación a la que la clase trabajadora y la juventud están siendo abocadas.

 

Juan Glop es miembro de Lucha de Clases-Corriente Marxista Internacional y portavoz de la Plataforma Vecinal Interdistritos Barrios Hartos

Imagen de cabecera: Acto de solidaridad con los trabajadores de Aernnova en el barrio Cerro-Amate de Sevilla

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