Movimiento Obrero
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Los trabajadores no tienen ninguna responsabilidad por esta crisis capitalista. Mantienen a los empresarios y sus familias en su vida de gran lujo y, además, les dejan beneficios. Los trabajadores crean la riqueza, cosas útiles para la sociedad. Si los empresarios no pueden jugar un papel social útil, cerrando fábricas, los trabajadores deben tomar su control, ocupándolas y exigiendo su nacionalización para reconvertirlas en productoras de bienes de interés social.

El automóvil y el aluminio: dos sectores ligados en una crisis profunda

La crisis del Coronavirus ha traído a la superficie contradicciones que se estaban acumulando en el sistema capitalista en las últimas décadas. Esto queda particularmente evidente en dos sectores que están íntimamente ligados, el del automóvil y el del aluminio, ambos tocados por una fuerte crisis de sobreproducción. La relación directa entre los dos sectores es bastante fácil de explicar: si las plantas de las grandes multinacionales del automóvil rebajan su producción por falta de demanda, cae en consecuencia su necesidad de metales, sobre todo de aluminio. El Financial Times (FT) prevé que la demanda del metal ligero caerá internacionalmente un 8% en el 2020, como consecuencia del cierre parcial de las economías principales del mundo.

Lo que no añaden es que los lockdowns, si bien han agravado la situación, son sólo la punta del iceberg de una situación que encuentra su explicación en la grave crisis de sobreproducción, o como la llaman los capitalistas de “capacidad excesiva”, del sector del automóvil. Ya en agosto de 2019 la producción mundial de coches había tocado el récord más bajo en diez años y en 2018 ya representaba el 20% de la ralentización del PIB mundial. Ahora esta crisis se está acelerando vertiginosamente, sacudiendo a la mayoría de multinacionales del sector y de los sectores que dependen de éste. El mismo FT no se detiene al ofrecer la receta que sugiere para hacer frente a esta bajada histórica: se tienen que hacer recortes y reorganizaciones productivas y los gobiernos estatales tienen que continuar regalando billones a las multinacionales del automóvil.

Los casos de Nissan Barcelona y Alcoa San Cibrao: unas luchas que despiertan solidaridad de clase

En el estado español esta crisis no ha tardado en manifestar sus efectos, con las direcciones empresariales de Nissan y Alcoa anunciando en plena pandemia los cierres de sus plantas, respectivamente en la Zona franca de Barcelona y en San Cibrao (Lugo). En la planta de aluminio de Alcoa 534 trabajadores y sus familias pierden su fuente de ingresos y en Barcelona directamente 3.000, que llegan a un total de 25.000 si añadimos las empresas que suministran partes exclusivamente para Nissan Zona franca.

En las dos fábricas los trabajadores han reaccionado con determinación, empezando unas luchas valientes para mantener su puesto de trabajo. En el caso de Alcoa, los 534 trabajadores están protagonizando en toda la zona unas acciones masivas contra la tramitación de un ERE que la dirección de empresa ya ha enviado. En Barcelona, donde el cierre está anunciado para finales de año, ya llevan más de 50 días de huelga indefinida, con manifestaciones y mítines convocados por toda Catalunya y otras partes del Estado en solidaridad con la huelga.

Estas dos luchas han generado conmoción en una opinión pública muy receptiva a estos temas, puesto que miles de trabajadores han perdido su trabajo a causa de la crisis que estalló con la pandemia de la COVID19. Muchos entienden que será casi imposible para estos trabajadores encontrar un trabajo nuevo en un mercado laboral profundamente menguado por la crisis. Además, si esto pasa en unas fábricas de largo recorrido en el Estado español, significa que puede pasar en cualquier parte. De aquí se entiende que haya una fuerte identificación y solidaridad hacia la situación de las familias obreras afectadas.

Nacionalización sí, nacionalización no: ¿por qué es la única solución viable para mantener los puestos de trabajo?

Desde el principio de la lucha se han levantado muchas voces a favor de la nacionalización de Nissan Zona franca, incluso de políticos reformistas como Iñigo Errejón o Gabriel Rufiàn. Aun así, en el día de hoy esta solución, la única viable para salvar los trabajos en juego, no es compartida ni por los comités de empresa de ambas fábricas ni por las direcciones sindicales, ni los gobiernos central y autonómico. De momento la estrategia del comité de empresa de Nissan Zona franca y de CCOO y UGT, compartida por los gobiernos central y catalán, es la de presionar la empresa para que no cierre la planta. Por otro lado, empero, la dirección de Nissan ha dejado muy claro que no tiene ninguna intención de reconsiderar su decisión, puesto que no depende sólo de la planta de zona Franca sino que es parte de la estrategia general del grupo Nissan-Renault.

En una reciente entrevista en La Vanguardia, el director de Nissan Europa, Gianluca de Ficchy ha declarado que:

“La capacidad de producción que tenemos en el mundo entero es excesiva y en la región (Europa) también lo es. La tasa de utilización de la planta de Barcelona es en la actualidad de un 20% o un 24%, y de cara a los próximos años habría caído todavía más viendo las producciones que tenemos. Dada la situación del mercado, la asignación de un nuevo modelo tampoco nos hubiera llevado a un volumen que hiciera la planta sostenible. El problema es que no hay bastante producción en el mundo entero para compensar la sobrecapacidad que tenemos. Y esta sobrecapacidad hay que reducirla tanto a escala global, como local. Por eso, no había una solución viable y sostenible para Barcelona en el futuro.”

Es decir, explica sin ornamentos exactamente aquello que hemos mencionado en la introducción de este artículo: como hay sobreproducción, hay que cerrar la planta. Para parafrasearlo mejor segun sus intereses de capitalistas avaros: la única forma de mantener nuestros beneficios en este momentos de grave crisis económica por sobreproducción es despidiendo trabajadores, cerrando plantas y explotando más las que quedan. Los capitalistas no tienen vergüenza al defender sus intereses, no importa cuántas vidas queden afectadas por el camino.

Si la dirección de la empresa lo ha dejado así de claro y definitivo, pues nos encontramos en la situación paradójica de unos dirigentes de los trabajadores y unos sindicados mayoritarios que intentan dar lecciones de capitalismo a los capitalistas mismos, intentando convencerlos de que “la planta es competitiva” y que mantenerla responde a sus intereses. Esto es todavía más grave porque implica que estos dirigentes se identifican más con los intereses de los capitalistas que con los de los trabajadores. Esto pasa porque el reformismo piensa erróneamente que las condiciones de trabajo de los trabajadores dependen de los éxitos de los empresarios. Al contrario, en estos años de crisis hemos visto que la evidencia demuestra que el mantenimiento de los beneficios de los empresarios es posible sólo a expensas de las condiciones laborales de los trabajadores, con austeridad y recortes.

Es absolutamente comprensible que los trabajadores luchen in primis por el mantenimiento de su puesto de trabajo, tal como lo han conocido durante años. Todo el mundo estaría feliz si Nissan se replanteara la decisión, pero es importante distinguir entre deseo, fantasía y realidad. La empresa misma no cambiará su decisión, ya lo ha dicho por boca del presidente general Uchida y del presidente europeo de Ficchy. El cierre no responde a una voluntad política, sino a la necesidad de los capitalistas de mantener sus beneficios estelares en un contexto de crisis orgánica del sistema. Por lo tanto, la nacionalización tarde o temprano debe imponerse en la cabeza de los trabajadores como la única solución viable para conservar los puestos de trabajo.

En un artículo de eldiario.es se explica que tanto el gobierno central como el catalán no consideran de momento la nacionalización de Nissan Zona franca, diciendo a través de las palabras de la consejera Chacón que “ahora es el momento de no ponerle las cosas fáciles a Nissan para que se marche” y que para el gobierno de la Generalitat “la reindustrialización pasa de forma prioritaria por captar el interés de empresas privadas”. Así también la ministra de Industria, Reyes Maroto, declaró que la solución se tiene que encontrar “en la iniciativa privada”. Es evidente que los capitalistas españoles están presionando a los gobiernos central y autónomicos para evitar que la nacionalización se ponga sobre la mesa, tanto por lo que respecta al caso de Nissan Barcelona como al de Alcoa de San Cibrao. No son estas nacionalizaciones particulares en sí lo que los preocupa, sino más bien el efecto que tendría en general en la conciencia de la clase trabajadora: la lucha sirve y no necesitamos a los capitalistas para seguir adelante con la producción.

Si la postura de los capitalistas, y de sus economistas como el catedrático de la UNED, José Maria Labeaga, contraria a la nacionalización es fácil de comprender, la de economistas de izquierda como Busqueta (próximo a la CUP) es verdaderamente una farsa de mal gusto, que demuestra a dónde lleva la degeneración pequeño burguesa de la academia más cobarde. Busqueta llega a declarar que:

“Si me preguntas en frío, si se tiene que nacionalizar o no, la respuesta es que no, porque creo que el planteamiento tiene que ser otro. El modelo industrial español, y por tanto también catalán, es captar industria extranjera, es decir, no existe un modelo propio, sino simplemente ser deseable para la inversión transnacional. Además el modelo productivo catalán está basado en recibir importación, acoplar y exportar, por lo tanto es simple competición en costes. Por lo tanto lo que no podemos pensar es que en una empresa como Nissan, que se dedica a producir un tipo de automóvil para introducirlo en la demanda global, puede entrar el Estado de la noche a la mañana, dedicar recursos y nacionalizar. ¿Para hacer qué y hacerlo competitivo cómo?”

Lo que no entiende Busqueta es que aquí no se trata de competir en el mercado automovilístico en abstracto, sino más bien se tiene que nacionalizar según el punto de vista de los trabajadores y según sus intereses y los intereses sociales de la comunidad. Para empezar, como bien dice la CUP nacional, se tiene que nacionalizar para salvar el 100% de los puestos de trabajo y también para reconvertir la producción en sentido ecológico, y según aquello que decidan los mismos trabajadores afectados. En el caso de Nissan se podría reconvertir la producción para producir vehículos eléctricos según las necesidades estatales como el transporte público y otros servicios sociales o incluso lanzar una línea nueva que podría competir en el mercado, ahora bien, siempre según los intereses de los mismos trabajadores. También se podría reconvertir totalmente la producción hacia la manufactura de los respiraderos tan necesarios en la batalla contra la COVID19, como ha pasado en General Motors y Ford en los EE. UU. En relación a Alcoa, que es una empresa estratégica que antes era pública y después fue privatizada, es necesario nacionalizarla para cubrir las necesidades de producción alumínica estatales y así garantizar la independencia ante las grandes multinacionales y el capital extranjero. Una Alcoa nacionalizada podría, por ejemplo, asegurar los suministros de aluminio de una Nissan nacionalizada, ligando el destino de las diez plantas según los intereses de la clase trabajadora. Un gobierno con la correcta voluntad política podría encontrar fácilmente una alternativa de producción viable, siempre y cuando las propuestas estén en sintonía con las de los trabajadores en lucha.

¡Ocupar las fábricas!

Si el gobierno, empero, demuestra su cobardía ante la presión del capital, no queda otra solución que apretarle desde la movilización. Tanto los trabajadores de Nissan como los de Alcoa han demostrado un gran coraje y determinación de lucha. Nos parece que, de momento, los dirigentes de CCOO y UGT no expresan esta combatividad militante. Ahora la estrategia de hacer concentraciones en las puertas de la dirección de empresa, típica de los periodos de calma social, demuestra su total ineficacia en la presente situación de crisis profunda del sistema capitalista. Como declaró un trabajador el 11 de junio desde el escenario del mitin ante la feria de Barcelona: “Hay políticos que dicen que nos representan. ¡Bien, si nos quieren representar, que deroguen la reforma laboral!”, refiriéndose sobre todo a la modificación del artículo 51 del estatuto de los trabajadores que permitió los despidos masivos sin ninguna dificultad para los capitalistas. Al contrario, la CGT se está levantando como la única voz que está dispuesta a ir hasta el final de la lucha, si hace falta con la nacionalización y socialización de la producción.

Hasta ahora se han hecho muchas manifestaciones por todas partes para evitar el cierre de las dos plantas. Desgraciadamente, las manifestaciones no han obtenido el efecto deseado. Ahora nos parece que ante la determinación de la dirección de empresa de salir adelante con sus planes, haría falta también que la lucha doblara su intensidad a través de un camino inédito: la ocupación de las plantas. Solo así se podría forzar en el gobierno a reconocer la necesidad de la nacionalización de Nissan y Alcoa bajo el control de los trabajadores y por las necesidades sociales de la colectividad.

Sólo la lucha y la confianza en nuestras propias fuerzas como trabajadores podrá preservar estos trabajos, e ir más allá, luchando por mejorar las condiciones laborales y el reparto del trabajo entre los trabajadores existentes.

Son los trabajadores quienes crean la vida, como ha quedado muy plasmado durante el confinamiento, con los trabajadores del transporte, de los supermercados, médicos, enfermeras, de la alimentación en general, etc. Aun así, los empresarios lucharán con todo lo que puedan para preservar sus privilegios, sin importarlos nada más. Los ataques feroces de los empresarios, como ya están haciendo con Nissan y Alcoa, no han hecho más que empezar. Esto es la lucha de clases, y la clase trabajadora tiene que organizarse, luchar y confiar en sus fuerzas para defender sus intereses. Los compañeros y compañeras de Nissan, Alcoa, y las empresas que dependen de éstas nos muestran el camino a seguir.

  • ¡Viva la lucha!

  • ¡Viva la clase trabajadora!

  • ¡Ocupar las fábricas!

  • ¡Nacionalización sin indemnización bajo control de los trabajadores!

  • ¡Abajo el capitalismo!

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