Análisis Político
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La alarma sobre la sumisión química a través de los pinchazos resuena en el Estado español, que acumula día tras día nuevos casos. El Gobierno ha aprobado la ley ‘sólo sí es sí’, pero, a nuestro juicio, esta es una solución limitada. Artículo de Raquel Marsal, portavoz de la Coordinadora de Mujeres en Lucha de Antequera (Málaga)

Los primeros casos de chicas que sufrían este tipo de prácticas surgieron a finales del pasado año 2021. Se estima que, en España, 56 personas fueron drogadas de esta forma y otras 198 mediante la bebida adulterada con droga que sometía la voluntad de la víctima con el fin de abusar sexualmente de la misma. Esta práctica denominada needle spiking (pinchazo de aguja), también se extendió en el Reino Unido el invierno pasado, seguido, poco después, de Francia, Alemania, Países Bajos, Bélgica, etc. Europa acumula ya un registro de más de 2.000 casos en lo que va de año.

Las propuestas de la derecha y el papel del Estado

La derecha está aprovechando la situación para agitar su ideología y promover soluciones tales como que las mujeres nos quedemos en casa, como método preventivo. Sobra decir que lo que las mujeres necesitamos no es estar seguras tan sólo en casa, sino también en la calle. Otra solución que proponen, es poner más presencia policial en las zonas de ocio nocturno. Esta medida es totalmente contraproducente, ya que los cuerpos policiales son, históricamente, herramientas de represión hacia la clase obrera, controladas por la clase dominante, por lo que tan sólo originaría más tensión, principalmente entre la juventud. Además, en varios casos, han sido miembros de estos “cuerpos de seguridad” quienes han llevado a cabo las agresiones, como en el caso de La Manada, por lo que han caído en un fuerte descrédito.

Además, en muchas ocasiones, se pretende solucionar este problema por la vía judicial. Pero, al igual que los cuerpos armados del Estado, los altos cargos del Poder Judicial son hijos del franquismo que no fueron depurados en La Transición, como pudimos comprobar, una vez más, en el caso de La Manada y en el caso de Juana Rivas (https://luchadeclases.org/estado-espanol/61-analisis-politico/2449-violencia-machista-juana-rivas.html).  Aquí se demuestran sus valores patriarcales y clasistas.

Por otra parte, las cárceles, comúnmente entendidas como herramientas para eliminar la delincuencia, habitualmente sirven para lo contrario, para reforzar su actitud, debido a la falta de inversión económica en terapias de reinserción individual. En general, las medidas punitivas pueden servir para paliar el problema individual, pero nunca para erradicarlo porque no actúan sobre su origen en la sociedad. Para esto último harían falta otro tipo de medidas transformadoras económicas, políticas, sociales, culturales y educacionales.

Las soluciones en el capitalismo y la aprobación de la ley “sólo sí es sí”

En los últimos años han surgido distintas herramientas para intentar paliar la violencia machista. Se han inventado aplicaciones que tienen funciones de geolocalización, y permiten a las víctimas generar señales de auxilio pulsando un botón rojo, que envía una alerta a usuarios en un radio de un kilómetro. También hay silbatos y alarmas anti-violaciones. Estas soluciones pueden ser útiles a corto plazo y quizá debería extenderse su uso pero, como hemos dicho antes, son medidas de protección individual de las mujeres y nunca erradicarán totalmente el problema de raíz. Existen también pulseras telemáticas, pero el Gobierno sólo contempla su financiación para mujeres que ya han sido violadas, cuando lo verdaderamente preventivo sería repartirlas a todas las mujeres que lo deseasen, hayan o no sufrido algún tipo de agresión sexual.

Por otro lado, la manera que tuvo el Gobierno de responder a la alarma de los pinchazos, fue la publicación de un acuerdo con un sector de los empresarios del ocio nocturno, en el que han acordado que cada local sea “punto violeta” (https://twitter.com/IreneMontero/status/1552639622135554048), que en la mayoría de casos, es un mero cartel que la víctima, supestamente, debería leer comprensivamente durante el intento de violación. Estos puntos violetas pueden ser una medida positiva si se implementan en más locales y dotándolos de personal cualificado, tanto para la protección como para la ayuda psicológica de la víctima. Pero, incluso así, sería una medida insuficiente para acabar con la violencia machista.

Además, el pasado jueves 25 de agosto, mientras el Gobierno seguía eludiendo el debate sobre los pinchazos, se apresuró a aprobar en el Congreso la ley orgánica de garantía integral de la libertad sexual (ley sólo sí es sí). Sin embargo, ciertos sectores del movimiento feminista ya han contestado que esta ley es insuficiente. El gran cambio que introduce, y el que le da el sobrenombre “sólo sí es sí”, es la necesidad del consentimiento explícito para las relaciones sexuales, lo cual vuelve a ser, únicamente, una medida punitiva, como también lo es la eliminación del abuso sexual, que tenía una pena inferior a la de la agresión sexual. La medida más relevante por la vía de la asistencia a la mujer es la creación de centros de atención 24h. Pero la ley sólo contempla uno por provincia para el año 2023, lo cual supondría que en algunas provincias, como Almería, el punto más cercano para algunos municipios estaría a 200 km. En la actualidad estos centros sólo existen en Madrid y Asturias.

Hacia una verdadera emancipación de la mujer trabajadora

La cuestión que nos atañe, son las soluciones para atajar el problema de manera tanto inmediata como a largo plazo. Una de las medidas que proponemos, con inmediatez, es la reorientación de las asociaciones de mujeres existentes y la creación de comités con participación mixta, con el apoyo y participación de activistas y movimientos sociales, hacia la vigilancia comunitaria en los que se cultive la autodefensa y autoprotección de las mujeres. Si no podemos confiar en un cuerpo de policía, nosotras deberíamos ser, colectivamente, nuestro propio cuerpo de vigilancia y protección. Como dicen las mujeres en las manifestaciones del 8M, ‘Nosotras sí somos la manada’. En cada pueblo, en cada barrio, las mujeres deberíamos organizarnos y tejer lazos entre nosotras para ser las primeras a las que acudir en caso de la más mínima sospecha de peligro, y con la colaboración de toda persona – mujer u hombre – y colectivo social que desee apoyar, ayudándonos de una aplicación de asistencia urgente.

Por otro lado, se debería agilizar los trámites y juicio popular para señalar a los agresores, con transparencia absoluta, priorizando el derecho de las potenciales víctimas de conocer a los agresores, ante el derecho de los agresores a pasar desapercibidos hacia su reinserción. Y, por supuesto, dotar económicamente de los centros de reinserción para evitar la reiteración de los hechos.

En última instancia, como podemos ver, todas estas medidas requieren de un plan de dotación económica muy fuerte. La subida del presupuesto de un 14,4% que Irene Montero celebra queda a años luz de lo que requeriría un verdadero plan de emancipación de la mujer trabajadora. De lo cual se deduce la necesidad de la clase obrera de tomar las riendas de la economía si realmente queremos eliminar toda la opresión, tanto de mujeres como de hombres.

Nosotras somos nuestra propia manada

La solución para acabar tajantemente con este tipo de problemas y opresión que sufrimos las mujeres trabajadoras, es la participación y organización política, junto al resto de la clase obrera, para dirigirnos hacia la erradicación completa del sistema capitalista. Porque tan solo después de esto surtirá efecto la implementación de una nueva educación sexual y un cambio profundo en la cultura.

Debemos luchar contra este sistema de manera colectiva junto a toda la clase obrera. Debemos confiar en nuestras fuerzas como clase. Organízate con la Corriente Marxista Internacional y lucha contra el patriarcado y la sociedad de clases putrefacta.

Raquel Marsal - Portavoz de la Coordinadora de Mujeres en Lucha de Antequera

 

Imagen de portada: cartel contra lospinchazos a mujeres en una calle de Vitoria. Foto: EITB

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