Análisis Político
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Las declaraciones de Pablo Iglesias denunciando la “anormalidad democrática” española han provocado la airada reacción de todo el Régimen del 78. Pero Pablo Iglesias ha señalado lo elemental: España es el país del mundo con más artistas presos, los reyes pueden delinquir sin consecuencias penales, hay exiliados y presos políticos, la policía y la prensa son utilizadas para perseguir a oponentes políticos, y la casta judicial escapa a todo control popular.

¿Qué democracia?

A esto se suman la corrupción rampante en el PP y las prácticas mafiosas de las cúpulas del IBEX35, desde el BBVA hasta Iberdrola, para desalojar a sus competidores dentro del negocio, utilizando los servicios policiales de Villarejo. El carácter antidemocrático y franquista del ejército y de las fuerzas policiales se pone de manifiesto periódicamente con la firma de manifiestos y con mensajes inquietantes por las redes sociales.

Un rey corrupto y evasor fiscal disfruta de un exilio dorado en la dictadura de Dubai, con personal y asistentes pagados por los contribuyentes españoles.

Como escarnio a la juventud obrera que se hacina en institutos públicos masificados y mal financiados, la princesa Leonor –nieta del “emérito” e hija de Felipe VI– será enviada a un instituto de élite en Reino Unido, con sólo 350 alumnos, que cuesta 38.000 euros por curso.

En el mismo momento que un rapero de izquierdas se preparaba para entrar en la cárcel, un exministro delincuente, Rodrigo Rato, que robó a manos llenas, salía de prisión en la mitad de su condena, con la excusa de haber cumplido 70 años y tener “buen comportamiento”. Como el “yernísimo” Urdangarín.

Además, ¿qué democracia puede haber cuando la clase trabajadora, el 80% de la población, depende de la voluntad de otros para trabajar y acceder a sus condiciones de vida, aparte de ser explotada  como fuente de enriquecimiento para sus patronos? ¿Qué democracia puede haber cuando gente no elegida por nadie (los grandes empresarios, las cúpulas judiciales, de la Iglesia, del Ejército y la Policía; los medios de comunicación del régimen y la Casa Real) decide en última instancia lo que pasa? El pueblo votó mayoritariamente derogar la reforma laboral, la ley mordaza y que la Iglesia pague impuestos, pero nada de esto se ha hecho.

Decadencia moral

Los palafreneros del régimen han salido a la luz pública a arremeter contra Pablo Iglesias. Ahí están el “lobbysta” y millonario Felipe González, o la cofradía decadente y reaccionaria de politiquillos e intelectualillos de derechas y del PSOE (“La España que reúne”) que ha firmado un manifiesto exigiendo la destitución de Iglesias. El exministro del interior “socialista” Corcuera, la diputada del PP Álvarez de Toledo, el exministro de Rajoy, Margallo; Manuel Valls,  Fernando Savater o Rafael Spottorno (exjefe de la Casa Real), estos son el sostén moral del régimen corrupto.

A todos ellos pareció molestarles especialmente que Iglesias calificara a Puigdemont como un exiliado, igual que los republicanos al término de la Guerra Civil. Hasta la derecha clamó al cielo por tamaña comparación. Pero estos son  los mismos canallas, de derecha e “izquierda”, que  o bien provienen de la dictadura o bien cerraron los ojos y la boca durante décadas ante el enterramiento de la memoria histórica y de los 130.000 cuerpos alojados en cunetas.

Sí, el republicanismo catalán está perseguido política y policialmente por pedir (y ejercer) su derecho democrático a la autodeterminación, mientras que los franquistas se amontonan en el ejército, la policía y el aparato judicial. En el último capítulo de la saga del Pazo de Meirás, la Audiencia de Coruña ha condenado al Estado a indemnizar a la familia Franco por los “gastos de mantenimiento” durante 45 años de un bien que fue usurpado y utilizado para fines personales por esta estirpe de asesinos y ladrones.

El régimen percibe graves amenazas a su existencia. Y la principal es el desprestigio creciente  de la monarquía. La caída de ésta inflamaría el espíritu democrático de las familias trabajadoras a favor de decidir y someter todo a su control. Esto aterra a un aparato de Estado atestado de reaccionarios y privilegiados, y a una burguesía rapaz y explotadora, así como a su corte de politicastros y vividores en los partidos del régimen. Por eso reaccionaron con furia ante el letrero que un periodista colocó en un programa de la TV pública, que decía que Leonor se marchaba al extranjero, “como su abuelo”. Fue despedido sin contemplaciones, acompañado de un comunicado servil de la cúpula “progresista” de RTVE que mostraba “su compromiso inquebrantable con las instituciones del Estado, y en especial con la Corona”.

Las razones de Iglesias y su impotencia

Nos parece muy bien que Iglesias denuncie “lo obvio”, como él dice. Pero tampoco es casualidad que eligiera la campaña electoral catalana para hacerlo. Él sabía que, en esta comunidad, su crítica al Régimen encuentra un terreno fértil. Necesitaba  elevar el perfil  y fortalecer el apoyo electoral de En Comú Podem que, como el de Unidas Podemos en el resto del Estado, está de capa caída. Tampoco es casualidad que los dirigentes de Unidas Podemos se desgañiten para desmarcarse del PSOE (como ocurre también en la llamada Ley Trans, o en la futura ley del alquiler) conforme quedan más evidentes las limitaciones de la política social y laboral del gobierno por el giro procapitalista que la dirección socialista le está imponiendo.

Ante una derecha sin autoridad en la clase trabajadora, el PSOE aparece como el sostén más firme de la monarquía, haciendo de viga maestra que sostiene el andamiaje del Régimen. El problema es que los dirigentes de UP refuerzan la confianza en el PSOE al permanecer en el gobierno.  Sus intentos de desmarcarse y permanecer al mismo tiempo en un ejecutivo que relega al olvido sus promesas más importantes, condena a UP a la impotencia. Impotencia reforzada por la negativa de sus dirigentes a movilizar en la calle para exigir las demandas insatisfechas del gobierno “progresista” y sus agachadas ante la patronal y los poderes fácticos.

Hay alternativa fuera del gobierno

No es cierto que no haya esperanzas para las familias trabajadoras fuera de este gobierno. El malestar social se acumula y está presente. Está en los barrios de Madrid, contra la desvergüenza y la tara mental de los regidores de la Comunidad y del ayuntamiento. Está en las calles de Linares, contra la violenta arrogancia policial de un cuerpo represivo atestado de ultraderechistas. De lo que se trata es de organizar y canalizar este malestar para hacer que los capitalistas paguen la crisis de su sistema y poner patas arriba el reaccionario Régimen del 78 para mandarlo al basurero de la historia.

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