Análisis Político
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El 10 de noviembre habrá nuevas elecciones generales tras el fracaso de la investidura de Pedro Sánchez como presidente del gobierno. Serán las cuartas elecciones en 4 años, una situación sin precedentes en 42 años de “democracia”. Esto refleja la enorme inestabilidad social y debilidad que atraviesa el régimen político salido de la Transición. Aun así, este resultado era impensable hace 5 meses, cuando la izquierda obtuvo una victoria contundente contra la derecha ¿Cómo se ha llegado a esta situación? ¿Qué perspectivas se abren para estas elecciones, y más allá?

El 28 de abril millones de trabajadores, jóvenes, desempleados y jubilados se movilizaron masivamente para parar al “trifachito”, con una participación histórica del 76%, la segunda mayor en 40 años, derrotando la intoxicación chovinista españolista de la derecha. Mostraron así una gran madurez política y una elevada conciencia de clase. El PP obtuvo el peor resultado de su historia, y quedó dividido y en crisis. La derecha en conjunto quedó desmoralizada. La arrogancia de los franquistas de Vox quedó barrida de un plumazo, mostrando su escuálida base social. La burguesía quedó frustrada por el giro a la izquierda y la vuelta de la política de bloques izquierda-derecha, sin rastro de un “centro” político que hiciera de amortiguador social.

Millones de explotados y oprimidos cumplieron con su parte, y esperaban que se formara algún tipo de gobierno que dejara atrás la corrupción y la política represiva del PP y llevara a la práctica las medidas prometidas contra el ajuste y la austeridad social. Ahora, estos mismos millones de trabajadores, de mujeres luchadoras, de jóvenes, jubilados y desempleados, se sienten frustrados y hastiados ante el fracaso de la investidura, tras 6 años de gobiernos reaccionarios de la derecha y un año de gobierno provisional y precario del PSOE.

¿Cómo se llegó a esta situación?

La mayoría de los votantes de izquierda sienten que los dirigentes del PSOE y de Unidas Podemos (UP) son unos irresponsables e insensibles ante los problemas de millones de familias obreras. Compartimos este sentimiento. Pero debemos indagar más en las razones que explican el comportamiento de unos y otros en este tema.

Lo primero que debemos decir es que los dirigentes del PSOE han preferido sacrificar la mayoría de izquierda en el parlamento, y dar aire a la derecha con nuevas elecciones, antes que alcanzar un acuerdo con Unidas Podemos que, para ser claros, les exigió muy poco en materia de programa para estar en el gobierno. En esto los dirigentes del PSOE han seguido servilmente el mandato de los grandes empresarios y banqueros que tienen en la cúpula socialista la pata izquierda que sostiene al régimen capitalista español, y que no querían ningún entendimiento entre PSOE y UP.

Partiendo de lo anterior, no tenía ningún sentido –como hemos repetido durante meses– que UP tratara de forzar un gobierno de coalición que Sánchez nunca quiso ni podía aceptar, y que en el caso hipotético de haber tenido lugar, se habría constituido bajo el programa del PSOE, un conjunto de reformas menores y de medias tintas que salvarguardan lo fundamental de la política económica, social y represiva de Rajoy: reforma laboral, ley mordaza, 155 para Catalunya, ajuste del gasto social, servilismo hacia Merkel y Trump, etc. Podemos imaginar el enorme descrédito que hubiera acompañado a UP siendo copartícipe de esta política en el gobierno. Pablo Iglesias lo asumió tácitamente, al declarar que en tal gobierno UP sería un socio fiel, mencionando explícitamente que, si lo decidiera Sánchez, acatarían la aplicación del artículo 155 de la Constitución a Catalunya y la política exterior y económica de la UE, que es esencialmente antiobrera e imperialista.

Por otro lado, aunque puede estar claro para una amplia capa de votantes de UP la falsedad del supuesto izquierdismo de Sánchez, esto no está claro necesariamente para la inmensa mayoría de votantes del PSOE, que continúan viendo a este partido como la herramienta más útil para derrotar a la derecha y reconquistar algunos derechos perdidos. Y sólo pueden desengañarse y comprobar por sí mismos el fraude político del “sanchismo” pasando por la experiencia de un gobierno de Sánchez en solitario. De ahí que lo correcto hubiera sido que UP apoyara la investidura de Sánchez para pasar inmediatamente a la oposición, a fin de agitar libremente por su programa en el parlamento y en las calles, sin comprometerse con la política timorata de Sánchez. Eso habría redundado en un apoyo creciente para UP, en la oposición. Además, al facilitar la investidura de Sánchez, ese gesto habría sido acogido con enorme simpatía por los votantes del PSOE, estableciendo así un puente de confianza que hubiera sido vital para un giro posterior de votantes del PSOE hacia UP.

La táctica desastrosa de UP

Desde nuestro punto de vista, los dirigentes de UP han combinado lo peor del oportunismo con lo peor del sectarismo. Han exigido durante meses un gobierno de coalición con la cobarde dirección del PSOE. Y lo han hecho renunciando a la mayor parte de su programa. Y ahora, ante el rechazo de Sánchez, han pasado a la posición contraria negándole la investidura y precipitando así nuevas elecciones, apareciendo para muchos votantes del PSOE como los responsables principales de la convocatoria de elecciones.

Ahora, que no hay vuelta atrás y las elecciones ya están convocadas, el compañero Pablo Iglesias ha declarado sentirse “engañado” por Pedro Sánchez ¿Engañado? Sánchez no engañó a nadie en relación al gobierno de coalición con UP, fue muy claro desde el principio, incluso durante la campaña electoral del 28A. O Pablo Iglesias es un ingenuo, lo que nos negamos a creer, o en realidad está tratando de cubrir su falsa política y su prestigio con esta acusación contra Sánchez.

El colmo del despropósito es que después de acusar a Sánchez de mentiroso, y de que ya éste ha vuelto a anunciar que tampoco habrá gobierno de coalición con UP tras el 10N, Iglesias ha vuelto a fijar los ejes de la próxima campaña electoral de UP en volver a reclamar un gobierno de coalición el PSOE. Por este camino, UP se encamina hacia el desastre.

En nuestro artículo editorial de Lucha de Clases n.º 60, publicado a comienzos de septiembre, ya avisamos:

“Si hay nuevas elecciones en noviembre, no puede descartarse que esta vez triunfe el trifachito. La derecha, como siempre, votaría en bloque, pero una parte sustancial del electorado de izquierdas se retiraría hacia la abstención porque no verá ninguna utilidad en votar. Muchos quedarán frustrados al considerar que se bloqueó la posibilidad de un cambio, otros considerarán que se mantendrá el bloqueo tras las elecciones. Gane o pierda, Sánchez saldrá fortalecido al no haber sido probado suficientemente en el gobierno el carácter fundamentalmente falso de su "izquierdismo". Unidos Podemos aparecerá como el principal responsable del bloqueo y verá reducirse sensiblemente su apoyo electoral. Para peor, todo esto beneficiará a Íñigo Errejón, procedente del ala más cobarde y oportunista de Podemos, y a su nuevo partido, que serán promocionados como gente "que suma" y con quien será fácil llegar a un acuerdo, frente a Iglesias-Garzón “que restan". Un pésimo resultado electoral para UP, como es previsible, provocaría una desmoralización en cientos de miles de activistas y sería la señal para el estallido de UP en sus partes componentes”.

Hay pronósticos aquí que aún deben ser probados por la experiencia, pero hay otros que ya han sido asumidos como inevitables. El primero, el incremento de la abstención. Las encuestas calculan una participación del 61%-65%; esto supone alrededor de 3-4 millones de votantes menos que, como es tradicional, afectará mucho más a los votantes de izquierdas que a los de derechas. En segundo lugar, ante el peligro de la derecha, el voto al PSOE seguirá siendo visto como el voto “seguro” para impedir esa perspectiva, reforzado porque Sánchez no ha sido probado en su acción de gobierno. Y en tercer lugar –lo que era fácil de prever– el adelanto electoral le ofrece a Íñigo Errejón una oportunidad de oro para levantar la cabeza como la alternativa “sensata”, frente a una izquierda “insensata”. Además, Errejón está recibiendo, como también era previsible, el apoyo entusiasta de los medios de comunicación del régimen que promocionarán a todo vapor el voto a su partido a costa de UP.

¿Alguien puede sorprenderse de todo esto? Nosotros no. El marxismo es la supremacía de la previsión sobre la sorpresa. Quienes reducen el marxismo a la pronunciación de frases radicales y a la palabra socialismo, no advierten que el marxismo es, en primer lugar, un método científico de análisis e interpretación de la realidad para intervenir en ella y transformarla. Nuestros dirigentes “prácticos” y “realistas” de la dirección de UP, en cambio, han demostrado ser los observadores más ciegos y obtusos. Y ahora tenemos el derecho de reprocharles: ¿Ha merecido la pena vuestra desastrosa táctica? Os habéis debilitado, y en cambio habéis fortalecido las posiciones de vuestros adversarios políticos, PSOE y Errejón; y, de paso, todo esto está dando a alas a una derecha que estaba moribunda y que puede mostrar orgullosa a su base social y de votantes la falta de alternativa que representa la izquierda.

Claro está, que el culpable principal es Sánchez. Pero su actitud hacia UP era previsible, por los intereses que le atan con los empresarios y banqueros. En base a eso, la decisión final sobre lo que podía ocurrir –el fracaso de la investidura de Sánchez y la convocatoria de nuevas elecciones– descansaba solamente en las manos de los dirigentes de UP quienes, irresponsablemente, decidieron tirar por la calle de en medio sin importarles nada más, prisioneros de una táctica equivocada que han mantenido hasta el final, exclusivamente por intereses de aparato y para salvaguardar el prestigio del grupo dirigente que no podía recular sin admitir públicamente lo erróneo de su posición.

Tomar las encuestas con precaución

Las encuestas aparecidas estos días señalan que el resultado será similar al del 28A, donde el bloque de la izquierda estará muy cerca de obtener la mayoría absoluta de 176, frente al bloque de la derecha. Veremos. Es necesario establecer un poco de cautela. El 28A la izquierda estatal (PSOE-UP) derrotó a la derecha estatal (PP-Cs-Vox) por apenas 50.000 votos. Lo que hizo la diferencia fue el auge del voto a favor de la izquierda nacionalista en Catalunya y Euskadi, sumado al voto de los nacionalistas burgueses y pequeñoburgueses del PNV y de JxCat, circunstancialmente enfrentados a la derecha española. Eso hizo que el voto contrario a esta última, en conjunto, le sacara una diferencia de más de 2 millones. Pero con una abstención que podría elevarse hasta los 4 millones más de personas, ningún resultado puede descartarse.

El voto del 28A fue el de la ilusión, del odio de clase, contra la derecha y contra Vox. La gente sentía la unidad de acción en el discurso contra la derecha. Sin duda, todo eso movilizó el voto de clase y de izquierdas. Pero esta vez la situación será muy diferente. El factor movilizador anti-Vox se ha diluido bastante. En parte, porque el charlatán de Abascal ha reducido la escala de sus provocaciones reaccionarias sintiendo el aislamiento social. Incluso, el PP de Casado ha dado un giro de 180º en su discurso, moderando su perfil y apareciendo más “centrista”. Lo peor vendrá del campo de la izquierda. Como ya se puede ver, la campaña aquí estará polarizada por los enfrentamientos, con reproches, acusaciones y denuncias entre PSOE, UP y el partido de Errejón. Este no será el escenario más estimulante para ir a votar. Aunque algunos declaren hoy en las encuestas sus preferencias políticas de manera espontánea, el curso ascendente en el enfrentamiento dentro de la izquierda repelerá a un parte sustancial del electorado que podría finalmente optar por la abstención, sintiendo que al final la legislatura seguirá bloqueada tras el 10N por la imposibilidad de un acuerdo entre PSOE y UP.

UP debe cambiar radicalmente de táctica

Lo que se necesita es un cambio radical en la posición de UP. UP debe postularse en estas elecciones para proclamar su voluntad de ganar, presentándose con un programa radical de medidas en materia de empleo, energía, educación, sanidad, derechos democráticos, impuestos, etc., no sobre la base de lo que el capitalismo español puede otorgar, sino sobre la base de lo que necesitan las familias obreras. La única manera de conseguir lo que necesitan las familias obreras es con un programa socialista valiente que proponga nacionalizar las palancas fundamentales de la economía (bancos, grandes empresas y latifundios), sin indemnización salvo a pequeños accionistas, y bajo el control de los trabajadores, para que puedan ser utilizadas en beneficio de la mayoría.

Al mismo tiempo, UP debe dejar claro que bajo ninguna circunstancia permitirá que la derecha llegue al gobierno. Debe dejar claro que pedirá al PSOE el apoyo a una investidura de UP si la organización queda por delante de aquél, y comprometerse a votar a favor de la investidura de Sánchez si el PSOE queda primero en la izquierda, pasando a la oposición para tener la libertad de luchar por su propio programa. Esto sí que daría una utilidad al voto a UP, por un lado por aparecer como una fuerza de izquierda radical con un programa valiente que se enfrenta a los ricos y poderosos, y en segundo lugar porque se ofrece como garantía de que la derecha no llegará al gobierno bajo ninguna circunstancia, mientras avisa de la traición que prepara un eventual gobierno del PSOE. Esta es la única manera en que UP podría recuperar la confianza perdida de sus bases de años anteriores, e incrementarlas, lo que redundaría positivamente en su apoyo electoral el 10N. En cambio, mantener su táctica actual sería suicida.

Perspectivas para UP

Un mal resultado de UP en estas elecciones, crearía las bases para su estallido. La postulación del partido de Errejón, particularmente en zonas como Madrid, indudablemente despertará expectativas en algunos sectores, al presentarse como algo “nuevo” y “fresco” frente al hastío de lo ya conocido. Si tiene éxito, veremos la deserción hacia esta formación de los sectores más arribistas y moderados de Podemos que forman un grupo numeroso en su aparatos provinciales y regionales y que buscarán un mejor lugar para medrar. En IU, donde hay un malestar creciente en las bases y la autoridad de Alberto Garzón comienza a debilitarse, crecerá la tendencia a romper con Podemos.

En esta situación, hay sectores que presionan a favor de un acuerdo entre UP y Errejón. Tal es el caso de Compromís, en el País Valenciano, y del propio Alberto Garzón, quien declaró en una entrevista a eldiario.es: "Yo sí veo un bloque histórico en el que estén Íñigo Errejón, Pablo Iglesias, Compromís, Ada Colau e Izquierda Unida". Esto nos dice mucho de la política sin principios de la dirección de IU, que sólo ve en las elecciones un mecanismo para conseguir cargos públicos y así financiar su aparato que está inmerso en enormes deudas.

Aunque no es probable que se dé tal acuerdo, ya que Errejón ve elevarse ahora su estrella frente a la perspectiva declinante de UP, una suma de partidos tan heterogénea, haría reducir el programa y la orientación política de tal coalición al mínimo común múltiplo; es decir, al programa y la orientación de su ala más derechista, representada por Errejón.

La obsesión de los dirigentes de UP de gobernar con el PSOE, y de hacerlo como el socio menor, es una confesión manifiesta de que han dejado de aspirar a superar al PSOE electoralmente, y de que asumen UP como una fuerza subalterna al primero. Sólo confían en ser vistos como una fuerza útil, no en la fuerza de su programa y en la intervención en la lucha de clases y en las movilizaciones sociales, sino como parte de un gobierno al precio que sea. En suma, en lugar de aspirar a transformar la sociedad y a terminar con el régimen monárquico decrépito del 78, aspiran a integrarse al mismo y a gestionarlo dentro de los límites de la legalidad burguesa y del capitalismo.

La necesidad de una corriente socialista revolucionaria

No es necesario decir que la actual dirección de UP nos parece inadecuada y que no está a la altura de lo que demanda la situación.

¿Qué hacer en estas circunstancias? Pese a todo, las capas más avanzadas de los trabajadores y de la juventud siguen mirando a UP como su referente, porque no existe otra cosa relevante a su izquierda. Por eso llamaremos a votar críticamente a UP. El abstencionismo electoral sectario no plantea un solo paso adelante en esta situación. Pero eso no basta, el elemento más relevante que se hace notar es la ausencia de una corriente socialista revolucionaria en la izquierda, dentro y alrededor de UP , tanto en materia de programa como de orientación e intervención en la lucha de clases: en el campo sindical, el ambiental, el de la lucha contra la opresión de la mujer, contra el franquismo enquistado en el aparato del Estado, sobre la cuestión nacional catalana y vasca, y por una alternativa completa de sociedad. A los trabajadores, jóvenes, mujeres y luchadores sociales avanzados que buscan una alternativa radical y revolucionaria, les decimos que se unan a la lucha que estamos llevando los marxistas revolucionarios sobre todas estas tareas, y con las que está comprometida la Corriente Marxista Internacional y Lucha de Clases, su sección en el Estado español.

Sobre el horizonte, se dibuja ya la próxima crisis económica mundial, que sacará de nuevo a la calle a millones contra los intentos capitalistas de hacernos volver a pagar la crisis interminable de su sistema caduco y bárbaro, y que empalmará con los maravillosos movimientos que ya vemos desarrollarse contra el cambio climático, la opresión de la mujer, la precariedad laboral y la falta de un futuro digno. Habrá un resurgir de la lucha y un cuestionamiento general del capitalismo. Enriquecido por las experiencias del pasado, el movimiento sabrá deshacerse de las viejas ideas y direcciones gastadas y fracasadas. Un nuevo movimiento se prepara, y tarde o temprano se desarrollará sobre líneas socialistas y revolucionarias.

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