Análisis Político
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Andalucía está ahora en el ojo del huracán con las elecciones que tendrán lugar el 2 de diciembre en la región. Hace un año fue manoseada y abusada por la reacción españolista contra Catalunya como ejemplo de “buenos españoles”. Ahora, esta misma reacción derechista, previendo una derrota electoral humillante, no cesa de exponerla como ejemplo de “malos españoles”.

Existen dos circunstancias en que los pueblos son apreciados moralmente de manera positiva: cuando son ricos, y cuando protagonizan luchas inspiradoras. La primera es una consideración del ámbito de la opinión pública general, la segunda entra completamente dentro del ámbito de la izquierda. 

En el primer caso, se trata de pueblos o naciones que disfrutan de un alto nivel de desarrollo económico, cultural, etc. y así se pone el ejemplo de los alemanes, de los países nórdicos, de la China actual; en el caso español, se exponen los casos de Catalunya, Euskadi, Madrid; a menudo, esto es celebrado con una actitud servil, sobre todo por parte de la pequeña burguesía, como espejo y modelo de lo que todos debieran ser. En la izquierda, se valoran positivamente aquellos pueblos que en circunstancias específicas se levantan contra el orden establecido y son un referente en la lucha por la liberación nacional y/o social. Ese fue el caso en el pasado de Rusia, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Vietnam, el caso de Catalunya actualmente, Euskadi en los años 70 y 80, o de Grecia antes de la amarga experiencia con el gobierno de Syriza, etc.

Aquellos pueblos más atrasados o subdesarrollados económica y culturalmente que, obviamente, ni disfrutan de un elevado nivel de desarrollo y cultural ni protagonizan actualmente luchas inspiradoras, son considerados por la opinión pública general como apestados, se los trata a puntapiés y se los mira con desdén y desprecio, fundamentalmente en el ámbito general; pero también en sectores “cultivados”, e ignorantes, de la izquierda; entre los que hay no pocos serviles hacia su “gran” nación; es decir, hacia su burguesía nacional. Andalucía entra en esta segunda categoría de pueblos o regiones.

Ha sido tradicional el desprecio hacia lo andaluz desde el siglo XIX: su habla, su folklore, su situación social y económica. Este desprecio, en el ámbito general, está vinculado al atraso histórico de Andalucía. No sin razón, algunos estiman que el desprecio hacia lo andaluz es un caso de “aporofobia”, es decir de desprecio hacia la pobreza, más que a las características de la gente de Andalucía. O lo que es lo mismo, la baja estima hacia lo andaluz, y el habla y el folklore andaluces son un caso de “refracción moral” de la pobreza y el atraso de esta región en la mentalidad general "antiandaluza". 

Sin embargo, puede afirmarse que no existe más odio y desprecio a lo que se entiende como “pueblo andaluz” que en la oligarquía terrateniente y rentista andaluza y en las capas de la pequeña burguesía andaluza que medran alrededor de ella. “La peor burguesía de España”, que decía Lorca refiriéndose a la granadina, pero que igualmente se puede extender a la andaluza. No casualmente, la oligarquía andaluza ha sido codirigente de los destinos del Estado español durante el siglo XIX y parte del XX junto a sus “partenaires” de la oligarquía castellana. La lucha de clases, particularmente en el campo andaluz, siempre se ha llevado hasta las últimas consecuencias, es decir hacia la violencia más extrema entre las clases, desconocida en otras regiones del Estado español. Las matanzas en masa de campesinos y jornaleros jalonan la historia de la región, ya desde mediados del siglo XIX. La apropiación del franquismo del folklore andaluz, rebajándolo y prostituyéndolo, como escaparate de la “nueva España” de la mano de esa oligarquía andaluza parásita y reaccionaria, contribuyó a generar ese desprecio “progre”, aunque comprensible, hacia lo andaluz.

Es un caso peculiar el caso de este territorio, que durante un período de dos mil años estuvo a la cabeza del desarrollo económico y cultural de la Península Ibérica, quizás compartido con la costa mediterránea peninsular, y que llegó a su final con “la putrefacción sin gloria del imperio español”, que dijo Marx. La mal llamada “Reconquista” y posteriormente la decadencia prolongada del imperio español pasaron factura a la región. La conquista castellana trajo aparejada el establecimiento de enormes latifundios y el monocultivo, inexistentes en la época musulmana, y el establecimiento de una clase dominante rentista que se prolongó durante siglos que, a la hora de la verdad, hizo inviable el surgimiento de una burguesía industrial productiva y educada, a diferencia de Catalunya y otras zonas, estableciendo el subdesarrollo y el atraso general de la región.

La pequeña burguesía andaluza educada, no teniendo a mano un capitalismo urbano y pujante donde encontrar material para inspirarse en sus creaciones, desdeñó la filosofía y la novela – las creaciones supremas de la sociedad burguesa– y volcó sus esfuerzos intelectuales hacia la poesía, la música y la pintura, las artes más sensitivas, inspirándose en el ruralismo andaluz y el sol eterno de la región, en la voluptuosidad del urbanismo musulmán y barroco presente en sus ciudades y pueblos, y en el pasado cultural glorioso. Esto explica la proliferación en esta región de poetas, músicos y pintores, sin parangón respecto a las demás zonas del Estado.

Y no obstante todo esto, y es un elemento relevante a considerar, fue Andalucía, siempre detrás de la estela de Catalunya, la que estuvo al frente de todos los movimientos sociales, progresistas y revolucionarios acaecidos en el Estado español desde la década de los años 30 del siglo XIX en adelante, hasta el ingreso en el siglo XX. 

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19 de Julio de 1936. Los obreros y campesinos de un pueblo de la provincia de Huelva que podría ser el mío, toman el poder en el municipio, como sucede en la mayoría de los pueblos jornaleros de Andalucía. Establecen un comité revolucionario y encierran en la cárcel a los terratenientes y ricachones de la localidad, como medida para evitar que fueran linchados. Se apropian de las tierras y propiedades de los ricos. Muchos comen carne por primera vez en su vida. Como era preceptivo en esas circunstancias, queman las dos iglesias del pueblo. Queman con ello, en su mentalidad, siglos de opresión, atraso y escarnio a manos de los curas, amanuenses y chivatos de los caciques, y compinches de sus latrocinios y abusos. 

Resisten una semana a las tropas de Queipo de Llano y a la aviación italiana. Esta fue la segunda vez en la historia (antes fue el caso en el llamado Marruecos español por la aviación de Su Majestad Alfonso XIII de Borbón) que es empleada la aviación en el bombardeo de la población civil, en este caso en la Baja Andalucía, meses antes de los casos de Madrid, Durango y Guernica. Una bomba cae junto a una casa, destroza la puerta y deja un muerto en la calle. El niño de 4 años que habita en esa casa, que podría ser mi padre, traumatizado por la explosión, nunca podrá enfrentarse a una tormenta el resto de su vida sin encerrarse en un cuarto y sin taparse los oídos.

Cuando las tropas fascistas entran en el pueblo, los ricachones no guardarán la magnanimidad que tuvieron con ellos jornaleros pobres y analfabetos. De los que no pueden escapar, 150 son muertos como perros en la calle, en la cárcel y en los campos, incluidos muchachitos de 14 años, algunos enfermos. Mujeres jornaleras son rapadas y violadas, algunas antes de ser asesinadas, sus gritos de dolor quiebran el silencio de la noche. 

Hoy es el día, ochenta años después, que se mantiene el comentario en el pueblo: “Más malo que el cabo de los guardas”, de los guardias civiles, se entiende. Memoria Histórica transmitida de generación en generación.

Los jovencitos ricachones del pueblo se ofrecen voluntarios para continuar sus masacres contra los mineros de Riotinto que siguen resistiendo en el norte de la provincia, quienes serán masacrados por centenares.

Andalucía concentra el 35% de las fosas comunes de todo el Estado que han sido encontradas y el 42% de los asesinados-desaparecidos por la represión franquista. En ninguna otra parte del Estado se asesinó y masacró con tanta saña como aquí. Los señoritos y caciques se tomaron su venganza por las décadas en que vivieron atemorizados y amenazados por el gallo rojo de la revolución social.

El odio de clase a muerte contra los ricos y fascistas estuvo sepultado en las catacumbas de las casas durante cerca de cuarenta años, pero nunca pudo ser sofocado. 

Andalucía es la única zona del Estado donde nunca pudo gobernar la derecha “en democracia”, y nos aventuramos a decir que nunca podrá hacerlo. Demasiada sangre, demasiada injusticia, demasiada distancia entre las clases, demasiadas cuentas pendientes. 

Mapa de fosas comunes en Andalucía

Fuente: Junta de Andalucía

Es lógico que la derecha hable de “clientelismo” y de “voto cautivo”. Lo que no puede controlar, lo denigra. Es otra forma de manifestar su odio de clase hacia los obreros andaluces. Lo más lamentable es que lo mismo lo digan algunos bobos e ignorantes en la izquierda del resto del Estado español y, algo menos, en la misma Andalucía. En las elecciones del 77 (semidemocráticas) y del 79, donde no era posible ningún clientelismo del PSOE ni de la izquierda, ésta consiguió respectivamente el 55% en las primeras y un aplastante 62% en las segundas. 

En Andalucía es imposible que se dé una situación como la que hubo en Asturias y Extremadura a mediados y fines de los 90, las otras dos regiones más izquierdistas de España junto con Andalucía, y es que IU o Unidos Podemos, por acción u omisión le den el gobierno regional a la derecha para bloquear al PSOE. No quedaría piedra sobre piedra de estas organizaciones, a tal punto alcanza el odio de clase. 

No es casual que PSOE y el PCE-IU tengan en Andalucía su baluarte principal en el Estado español, entre el 40% y el 50% de su militancia, alcaldes y gran parte de sus diputados y senadores. No es casualidad que la mayor parte de los dirigentes nacionales del PSOE y del PCE-IU hayan provenido de Andalucía a lo largo de estos 40 años. No es un tema “nacional”, es un tema de clase.

El avance general en las condiciones de vida en los años 80 en adelante fue canalizado a través del PSOE porque la derecha no pudo estar en el gobierno andaluz por falta de base social, y debido a las carencias en la oposición del PC e IU en esos años hasta la crisis del 2008, ese es el “secreto” de las victorias del PSOE andaluz. 

La derecha española franquista morderá nuevamente el polvo en Andalucía, la izquierda superará ampliamente el 50% de los votos, y esperamos que Adelante Andalucía incremente sus bases de apoyo y de votantes a expensas del PSOE, mientras que las derechas se despedazarán entre ellas, con transferencias de votos de unas a otras. 

Tal desarrollo debe ser bienvenido por el resto de la izquierda española, que se verá fortalecida, debilitará a la reacción españolista en el resto del Estado, y dará más confianza a la clase obrera en sus propias fuerzas. 

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Los recuerdos son imprecisos. En algún momento de los años 73-75. La maestra de Valladolid, doña Victoria, una vieja bruja falangista, fustiga a niños de 5 a 7 años en el patio del colegio: “los andaluces no sabéis hablar”. Esta cancioncilla franquista (un imperio, una misma lengua, y a ser posible un mismo acento castellano como Dios manda, el de la vieja Castilla) revela el carácter de fuerzas extranjeras de ocupación con que se desempeñó en Andalucía y otras partes del Estado la burocracia falangista ¿Puede sorprender, entonces, que la palabra España haya adquirido un carácter tan odioso? 

Cierto es que el franquismo se preocupó poco no sólo de enseñar supuestamente a hablar bien el castellano a los andaluces (del pueblo bajo, se entiende) sino tampoco a escribirlo. A la muerte del dictador, el 15% de la población andaluza, mayoritariamente mujeres, eran analfabetos absolutos, y un porcentaje mayor era lo que se conoce como analfabetos funcionales. La rudeza del habla andaluza en multitud de pueblos, tan ininteligible incluso para muchos andaluces, es un legado secular de la rudeza de las condiciones de vida, de opresión, de desprecio y de impedimentos al acceso a la cultura. El mismo niño de entonces aún recuerda, cómo a fines de los 70, cuando la educación básica ya era obligatoria, era normal que hasta un 20%-30% de sus compañeros que iniciaban el curso, en la etapa final de la educación primaria, entre los 11 y los 13 años, abandonaran la escuela para irse a trabajar “al campo”, en el caso de los chicos, y “a coser” o “a servir” (criadas) en el caso de las chicas.

Podría ser octubre de 1978, a poco de iniciado “el colegio”, como se decía en el pueblo. Tres escolares, puede ser que yo también estuviera allí, se reúnen en la casa de uno de ellos para hacer una tarea conjunta de la escuela. Los padres son jornaleros. El “baño” está en el corral. El inodoro es un agujero en el suelo, a la intemperie, protegido por una techumbre de plástico. El agua para el baño hay que calentarla en una hornilla, con una bombona de butano. 

Más de un millón y medio de andaluces abandonaron la región entre 1940 y los años 70, a levantar fábricas en Madrid, Vizcaya, Barcelona, y más allá en la región de París, Toulouse, Alemania y Suiza. La condición para ello era tener un agujero en el suelo del corral, como inodoro. Sin la pobreza de los brazos andaluces, esos brazos “vagos” (y los de otras partes del territorio español) no habría habido el desarrollo de riqueza en otras partes. La vilipendiada pobreza andaluza, su vilipendiado subdesarrollo, su vilipendiada incultura, su vilipendiada holganza fueron la condición necesaria para dotar de riqueza,  desarrollo y cultura a zonas más avanzadas, haciendo a éstas más ricas y a Andalucía más pobre. 

España, la barragana de Europa; y Andalucía, la barragana de España. Para la mentalidad dominante, la inculcada por la derecha española y de otras partes, Andalucía vale por lo que tiene de parque temático, de “su” parque temático. Al diablo los andaluces, pero viva Andalucía: Doñana, la Mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada, la Giralda de Sevilla, Fiestas, Sol, Playa, Sierra. Aquí no hay problema con el habla, la vagancia, o el folklore incomprendido. La humanidad del trabajador andaluz es apreciada a fuerza de doblarse la espalda como camarero. 

El PER. Tiene su origen en 1977. No hay trabajo, los campos no dan para comer, la válvula de escape de la emigración que amortiguó durante años el polvorín social andaluz se cerró. La burguesía española está ante un dilema: o gallo rojo o tapar bocas para contener la rebelión social. Y optó inteligentemente por esto último. Hoy, los demagogos y reaccionarios, y los bobos que claman contra el “subsidio” al pobrerío andaluz, tienen que seguir valorando ambas alternativas: o gallo rojo o contención social. Hagan juego.

Se suele reprochar al PSOE que haya sido incapaz de cambiar esencialmente el subdesarrollo andaluz, pese a las ayudas y aportaciones de decenas de miles de millones de euros recibidos de otros territorios y de los fondos europeos. Ciertamente, ha habido una enorme corrupción, enchufismo (entre ellos mismos) y despilfarro. Una gran parte de los recursos fueron a la construcción de infraestructuras y otra a tapar bocas, a hacer remiendos, y a algunos bolsillos por los servicios prestados. 

Pero se hace demagogia, y barata, cuando se dice el PSOE tiene la culpa del atraso andaluz tras 36 años en el poder en la región. La verdad es que un gobierno regional de Unidos Podemos tampoco podría cambiar la realidad sustancialmente. En todo caso, podría inspirar políticas de izquierdas más radicales como ejemplo a seguir, que ayudarían a desarrollar y a dar popularidad al resto de la izquierda española en el resto del Estado, y a mostrar los límites del capitalismo. Porque el problema no es de “recursos” o eficiencia, en abstracto, con eso tendrás menos corrupción, un mayor aprovechamiento de esos recursos, una educación y sanidad públicas algo más digna, una cantidad algo mayor de viviendas baratas, algunas becas más, pero lo que es sustancial al desarrollo económico son los medios de producción (fábricas, tierras, etc.), el modelo productivo. 

La producción andaluza, tiene un enfoque principal en la agricultura y las materias primas (el 90% del algodón es andaluz), pero carece de un desarrollo industrial significativo. Sólo nacionalizando los medios de producción en manos de la oligarquía, incluida la banca, se podría planificar la economía andaluza para sacarla de su atraso secular, pero eso es imposible de hacer con las solas fuerzas de la clase obrera andaluza, debe ser parte de una revolución social en todo el Estado español. Más aún, la economía andaluza está engarzada con la economía española. No puedes seccionarla sin provocar un enorme transtorno económico y social. No puedes expropiar la sucursal del Banco de Santander en Sevilla, tienes que hacerlo a nivel de todo el país. 

La emancipación de la clase obrera andaluza y la superación del subdesarrollo andaluz, su elevación a un grado de desarrollo, económico, cultural y social que haga justicia al potencial de esta tierra y a los periodos más gloriosos de la larga historia de este territorio, es parte componente inseparable de la emancipación social de la clase obrera española en su conjunto, en una sociedad socialista.

Contra lo que opinan los nacionalistas andaluces, esa “rara avis”, la solución del laberinto andaluz pasa por la solución del laberinto español.

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