Tres días después de la matanza del 3 de marzo de 1976, Manuel Fraga desplegaba en Vitoria una actividad frenética. Tras visitar varios centros sanitarios donde le increparon, le llamaron fascista, y uno de los heridos le preguntó si iba a rematarlos, organizó una reunión en el Gobierno Civil con alcalde y concejales, para que firmasen un comunicado a la ciudad.